domingo, 9 de junio de 2013

El Gallo guardián

Hace unos días cuando os mostraba las fotos del gallinero ya os dije que algunos tenían los días contados, pues ayer se mataron dos y hoy otros dos. Si al final el yayo este fin de semana se zampara un buen muslo.


Pero como estes días apenas estuve en casa porque anduve arreglando una serie de papeleo, pues como que de la matanza y del desplume se ocuparon mis tías que también son las que se los van a jalar por eso solo tengo este par de fotos que saque de casualidad.

Una vez que estan limpios se suele dejar reposar un día al menos antes de cocinarlos, eso es para que la carne se enfrie y estea tersa. Y mientras esto sucede os voy a contar una pequeña anécdota con un gallo que tuvimos.
Normalmente los gallos cuando se pelean entre ellos o atacan a las gallinas, por eso los tengo separados, pues alguno siempre queda invalido de las piernas. Se quedan cojos y son presa fácil para el resto de gallos del gallinero y cuando esto ocurre se suelen apartar y dejarlos solos en algún compartimento del gallinero, pues bien, el yayo tenía la costumbre de dejar los lisiados en el alpendre ( lugar donde se guardan los trastos que se usan en la huerta y donde se almacena leña, paja, hierba seca, patatas, piensos, ....).

Había temporadas que era habitual ver en el alpendre algún gallo o gallina cojo/a hasta que se recuperaba de las lesiones y si servía para comer pues pal puchero. Quién antes se ocupaba de dar de comer a los animales era el yayo, y al gallo este siempre le tenía su cacharrito de maíz molido y agua, pero el gallo se fue recuperando.
Pero de pronto cada vez que yo iba al alprende a por algo y justo cuando iba a salir llevandome algo el gallo venía corriendo, batiendo alas e intentaba picotearme, yo levantaba de pierna y patada en el pico. Pero lo más curioso era que si salía sin nada en las manos el gallo ni se inmutaba, con lo cúal empezamos a ver que algo raro pasaba.
Y para comprobarlo nada mejor que durante unos días era el yayo el que iba a por patatas y a por cebollas y el gallo no se movía del sitio, ah, pero tan pronto yo salía con una cebolla o mismo con un apero de labranza el gallo venía como una centella a picotearme, con lo cual recibia la patada de turno.
Con lo cual decidi hacer algún experimento cuando llegaba alguíen por casa les mandaba al alprende a por algo llegaban a la cocina protestando de que el gallo les había picoteado, a la segunda vez que les mandaba a por algo ya iban prevenidos, pero si entraban en el alprende y salian sin nada el gallo pasabade todo.

Al final resulto ser mejor guardían el gallo que el pastor alemán que tenemos en casa, pero al único que nunca le echo el pico fue al yayo, y todo porque el yayo era el único que le echaba de comer tódos los días.

A veces es increíble como los animales entienden más de los que creemos, el gallo sabía que aquel era territorio del amo que le echaba de comer y para él, el resto éramos simples extraños con la intención de saquear el alprende.

Duro unos cuantos meses porque al final como para comer ya era muy viejo y debía ser carne dura y con el chiste de que era el mejor guardían y las risas que nos echamos cuando le decías a alguién que te venía a pedir cualquier apero que lo cogiese en el alprende y nosotros mirando por la ventana como el gallo defendia la propiedad, que risas.

Para que luego digan que lo mejor para proteger la huerta es un perro, en este caso era un gallo medio cojo pero con una mala leche.

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